¿Haz sentido esa necesidad extrema de correr y fundirte con el otro cuando lo ves sufriendo? Es como si quisieras acallar cualquier dolor, incomodidad, sufrimiento y acortar la separación de la que estás siendo testigo.
Bueno, haz considerado que ese dolor existe también en ti, acallado, amaestrado y sin voz, se la quitaste hace tiempo porque dolía. Esa persona que sufre te está dando el regalo de sanarlo, de darle una voz y traerlo a la luz.
Cuando queremos correr a fundirnos, no damos el espacio de observarlo, de hacerlo consciente y es por eso que se queda así sin sanar. Se reconforta en la sanación del otro hasta que vuelve a existir otro episodio, que vuelve a traerlo en ti y pasa de nuevo.
Justo ahí es donde entra el saber ayudar. La ayuda se limita hasta donde es respetada la dignidad de la persona, cuando pasamos el límite de la responsabilidad y la absorbemos, le quitamos al otro la capacidad, la dignidad, la responsabilidad, sus dones para poder salir adelante de la situación o problema al que se enfrenta. Sobre todo por que no permitimos que el otro, pueda aprender su lección.
Tener un discernimiento conectado al universo, nos evitará que caigamos en ideas fatalistas como los niños hambrientos, la gente que está en guerra o que sufren violencia. Son casos en donde la consciencia tiene que ser nuestra guía, por ejemplo: Si te hace sufrir los niños hambrientos, es posible que tu ayuda en donación sea mucho mejor que el afán de ayudarlos al ir y llevar tu dolor a una situación de por si ya dolorosa, sin embargo, estando consciente de que no tienes la capacidad de ayudar en el sitio puedes generar ingresos para poder apoyar la situación desde un lugar de abundancia y permites que las personas que tienen el don de ayuda puedan hacerlo, teniendo los recursos necesarios. También es posible que te descubras queriendo hacerlo, bueno prepárate para que tu ayuda sea realmente benéfica y de frutos.
Cuando estamos muy en el afán de ayudar, sentimos esa carga en nuestros hombros que nos hace sentir que somos responsables completos del resultado del todo, ya no eres un apoyo en el conflicto del otro ese conflicto ahora es tuyo y buscas el éxito completo del que ahora es tu conflicto.
Por ejemplo con un enfermo, en el afán de ayudar te sientes igual de enfermo que la persona, te haz vuelto uno con el conflicto, decides por la persona y le quitas toda decisión respecto a su salud.
Lo hacemos por amor, por protección, por que nosotros sí tenemos la energía y salud que el otro no tiene, actuamos así por una necesidad de generar balance, de sentirnos en control y sobre todo por que es lo que nos han enseñado; no importa si se va tu salud, alegría y demás.
Se objetivo, ¿que se logra?. Hemos generado una deuda del otro a nosotros, pues lo que le haz dado sin que el lo pidiera es algo que no puede pagarte. Simplemente, quedó endeudado, tu haz dado algo tuyo que no vas a recuperar y se ha perdido el equilibrio y balance que tanto querías lograr. Es muy posible que la persona sane y vuelva a recaer más adelante, pues no aprendió la lección, no abrió el regalo.
El mismo caso desde la ayuda, te sientes un soporte, tus dones están en acción, sí es doloroso ver a la persona en esa situación más identificas que tu salud es independiente, logras mantenerte objetivo sobre la enfermedad, logras darle perspectiva al enfermo sobre sus opciones y logra decidir lo que considera es mejor para él. Desde el apoyo a la decisión y las consecuencias tomadas por el enfermo, tus acciones se ven limitadas a respetar y mantener su dignidad, su deseo y su camino de crecimiento.
Esta vieja idea de amor basada en dolor, tiene que irse, es hora de reconocernos parte de un todo y sobre todo comprender que el otro guarda un poder, sabiduría, amor, sanación, dulzura, bondad, inteligencia, creatividad, abundancia, alegría, conexión, en su ser sin importar su historia, sus acciones, su edad. Ésta ahí esperando a ser vivido, al correr a la unión sin dar el espacio para reconocerse, decidir, nos quitamos y quitamos la oportunidad de crecimiento.
Hay mil y un casos de personas que ayudan, realmente ayudan tienen fundaciones y cambian la vida de los demás. Si las observas en todas ellos usan sus dones, para crear oportunidades de sanación para el otro, de crecimiento, de florecimiento. Al ayudar crecemos por que estamos siendo lo que realmente somos y ayudamos al otro a ser lo que realmente es. Se generan ciclos de abundancia, cadena de favores, el que recibe lo da a otra persona, el que lo da recibe el amor por el uso de sus dones, es un espectáculo de amor en movimiento.
Sí te encuentras en un ciclo de afán de ayuda, te sientes endeudado, en drama, pesado y con una responsabilidad sobre algo que no puedes decidir. ¡Termínalo!. No es necesario, estás perdiendo y te puedo asegurar que el otro también lo está, sin embargo, están tan endeudados mutuamente que no se atreven a decirlo en voz alta y reconocerlo. En el fondo hay una idea de amor, de pertenencia, de cuidado, más son limitadas y el amor no es limitado.
Recuerda que no hay forma de dañar el amor, ayudar es uno de los dones más hermosos que se nos han dado y nos han dado las herramientas para saber hacerlo. Si floreces y el otro florece, que mejor regalo, ambos ganan.
Daniela Flores