Ésta semilla del amor adulto, un amor responsable y que amo lo que es, lleva creciendo en mi ya desde hace un tiempo. Empecé a leer un libro que se llama del Miedo al Amor de Eva Pierrakos y Judith Slay, uno que me encontraba y encontraba y no me atrevía a llevar a casa. Pensaba, ¿miedo, cómo? Si yo creo en el amor. Luego dije la portada se ve antigua, uno busca lo que sea para “mantenerte a salvo”. Aparte yo si sé amar, llevo años trabajado en mi amor propio. Eventualmente, lo llevé a casa. Recuerdo mis autoengaños y me doy ternura, claro quería protegerme y en mi antiguo sistema de creencias, protegerme era esconderme.
En una terapia como de hace un mes, sí esto ya tiene tiempo sólo que lo dejé marinar. La doctora me explicó la diferencia del amor adulto al infantil y prometo que toda la información que ya estaba en mi cayó, simplemente lo comprendí. Es como cuando haces un rompecabezas, encuentras la pieza justa y el himno de la Champions suena en el fondo de tu mente.
Como todo en esta vida o en mi vida, a la semana más o menos, estaba buscando un libro, se cae este libro y lo abro justo en esa plática. En serio cuando te pasan esas cosas sólo te queda agradecer, aceptar la lección y llevarla a la práctica.
En la lección sobre el amor adulto, se expone que el amor infantil el niño herido tratará recrear en su etapa adulta las situaciones que de niño lo atemorizaron, en un intento de hacerlo perfecto y demostrar a sus padres que él si lo puede hacer bien y que ellos deberían de haberlo hecho así para no lastimarlo. Es claro que esto es algo básico en nuestra sociedad, dejemos a los padres fuera, lo hacemos con el pasado. Hay una mini obsesión por hacerlo mejor que las generaciones pasadas, queriendo ser mejeros que ellos sin verlos, sin que formen parte de lo nuevo. Queremos sacarlos de la historia y generar cosas nuevas, como si pudiéramos hacerlo.
El amor adulto, requiere integrar a nuestros padres, la herida, amar lo que es y comprender que nuestra idea de perfección es solamente una idealización personalizada, un intento de alejar el dolor y hacerlo bien.
Después de unos días, me di cuenta que “Mi primer amor adulto me lo doy yo” . Por la primer persona que soy responsable por derecho de antigüedad es mi persona, mi mundo interno, mis pensamientos, mis deseos, mis actitudes, la expresión de mis dones, de mis sentimientos y más. Así que otra pieza del rompecabezas se acomodó, mi primer amor adulto me lo doy a mi misma, cuando me permito vivir el miedo, tristeza, enojo, dolor, amor, desolación, sabiduría y todo lo demás. Cuando me cuido, cuando me salgo del carril y me regreso, cuando elijo un nuevo carril, cuando elijo quedarme callada en lugar de reaccionar, cuando reacciono y afronto las consecuencias, sí cuando soy responsable de toda mi existencia. Cuando me planto y confío en mi intuición, cuando pido ayuda, cuando me contradigo. Entonces te das cuenta, que algunas veces viviré mi concepto de buena persona, otras el de mala persona, otras el de apegada, otras el de arrogante, el de exitosa, el de fracasada, el de solitaria, el de social, el de todo lo que soy capaz de ser y que está bien.
“Y al amar todo lo que soy el dolor dejó de ser peligroso y se ha vuelto un maestro”
Se que el concepto de amar tus lados que son inaceptables para ti hoy, es un riesgo. Hay un miedo potencial a volverte un monstruo que destruya todo lo que ama. Lo entiendo, pero date un poco de crédito, sabrás como vivirlo. Créeme esconder esas caras que creemos malas, es sólo una forma de perder energía.
Por último, imagina cuanta energía recuperarías si dejarás de presionarte tanto, más la energía que usas en defenderte de algo que créeme es consecuencia de tu propio mundo interno. Tal vez, podrías usar tus dones.
“Voltea a verte, la única mirada que estás buscando es la tuya”
Si crees que es muy tipo Edipo, recuerda que se enamoro de su reflejo, de su idea de el mismo.