Si comparamos la vida con un tejido, entonces podemos comprender más fácilmente la urgencia que tiene la vida de unir todo aquello que aparenta estar separado, ser diferente o imposible.

Si tejiera en un solo punto, si no uniera. Entonces, ¿que estaría creando?

Y es que no hay forma de crear cosas nuevas a menos que uno meta puntada en donde antes no la había.

Este universo que apunta a la expansión, poco importa cuales sean nuestros planes. Si uno coopera, co-crea, se divierte, se asombra y si uno no lo hace, te mete un arrastre. Porque la vida no puede parar, no puede cesar de expandirse.

Lo lindo es que nos llama a unir eso que parece tan diferente. Eso que habíamos decidido, ya sea como individuos, como colectivo, como árbol familiar que era imposible, diferente o inadecuado.

Y aquí es donde entra el amor, ese que une pieles sin importar color, ni lengua, ni bandera, ni bolsillos, ni historias, ni nada.

Se mezcla en nuestros talentos, en los dones, en las relaciones, en nuestros encuentros, en la vida cotidiana.

Siempre puede uno elegir vivirlo voluntariamente o simplemente negarlo y dejar que te arrastre por la espalda, puedes volverlo tu peor enemigo, temerle, esconderlo; es tu elección, pero no lo puedes parar.

El amor siempre encuentra una grieta, un fallo en la rigidez que creamos y brota como las plantas que nacen de entre el cemento.

Tal vez, tome vidas, años, pero el amor siempre gana. Siempre, sin duda y en tiempo (el condenado tiene su propia idea del tiempo).

Yo he elegido ser una servidora, una guerrera del amor. Un día lo comprendí, ¿de que me sirve aferrarme a mi orgullo, a mi necedad, a mi miedo una vez que los he descubierto.? Es como bordar en el mismo punto y perderme la experiencia de la expansión, restarle libertad a mis alas y atar a aquellos que amo al mismo destino.

Y entonces, ¿cómo sería mi amor? Sería siendo un amor inmaduro, como antes era, condicionado, apegado y lleno de miedo. Siempre bordando el mismo punto y frustrado por no poder expresar su obra maestra.

Un amor así no es libre, siempre tiene las piernas atadas al miedo de correr demás, en la dirección equivocada, quedarse demasiado tiempo en un solo lugar o con la constante duda si hay algo más.

Cuando en realidad, el amor conoce sus tiempos; en caso de duda se consciente que la tierra gira en un ritmo exacto, así como tu corazón, como sucedió con tu nacimiento y todas las mañanas que se te han regalado.

Todos sabemos cómo vivir la vida, sabemos que venimos a experimentar expansión, a tirar barreras que han limitado la experiencia humana; en mi opinión ya llevamos demasiado tiempo en lo mismo, nos separamos, nos peleamos, defendemos un punto, luego nos damos cuenta que no era tan fijo que había posibilidades y otra vez.

Recuerda quien eres y desde ahí observa el mundo, te aseguro que toma otros tintes.

Si algo te llama y parece contrario, es una señal que tienes todo para integrarlo. Ese es tu súper poder, algunos es la alimentación, los animales, las plantas, los océanos, las letras, la música, los hijos, los esposos, la medicina, la salud, etc.

Tal vez, tienes un montón de dones que ni sabes y ahí están en fila para ser activados. Y meter unas buenas puntadas a esos temas que hoy creemos separados, imposibles y tus dones pueden ser una puntada para unirlos. No sé, sólo piénsalo.

Daniela Flores