Ella no inicia
fuegos en hogueras
que no la hacen vibrar,
tampoco en aquellas
que no desee alimentar.
Ella cálida como un verano
puede también ser fría
como él mismo invierno.
Ella que se ama,
eligió ser feliz,
desconectó el
discurso de la duda.
Ella que reconstruyó
una vida sin ventanas,
ahora ve amaneceres
todas las mañanas.
Ella que temía la obscuridad,
ahora se entrega
a la sabiduría
de las tormentas.
Ella que creía que las mariposas
eran sólo bonitas y ligeras,
vive su fortaleza en los vientos
que le alborotan la cabellera.
Ella que esperaba un salvador,
descubrió la guerrera
que vivía guardada
en medio de sus miedos.
Daniela Flores