La última barrera,
la puerta
que quedaba cerrada
en mi pecho
se abrió ayer
un cuatro de abril
a la luz de la luna
con las pocas estrellas
que la acompañaban.
Las paredes de cemento
que había construído,
las últimas que me había
resistido a demoler,
quedaron hechas polvo.
Entonces la luz tomó su lugar,
no dolió;
sólo retomó el lugar
del que siempre fue.
La elegí,
cuando mi mente herida
quiso tomar su lugar.
Grité: ¡te elijo a ti paz!,
no quiero más cemento,
no quiero más orgullo,
no quiero más control;
quiero aprender
a confiar sin saber,
sin cemento,
sin necesidad de un orgullo
que se hiere fácilmente.
al cuál defender.
Está bien,
elijo la paz aquella
que me hace saber
que pertenezco sin palabras,
entender sin contratos.
La compañera que me guía
a amar sin heridas
que la puedan dañar,
al contrario
a construído en su lugar
un jardín que emana esperanza,
risas y abrazos,
eso es lo que hay para ti
cuando este mundo
de cemento se acabe,
cuando decidas elegir la paz
sobre el poder,
sobre tu orgullo
ese que te susurra
“yo tengo la razón”.
👍👍👍
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