En el patio de las posibilidades
decidimos encontrarnos,
hicimos la cita
el mismo día
que nacimos a este mundo.
Ahí, nos encontramos día tras día,
momento a momento
inmersos en lo cotidiano
que nos hace creer
inexistente para lo otro.
Paralelos destinados
a convertirnos en un infinito,
insistiendo mantener la distancia
que nos permita parecer diferentes.
Cargando la vida
como una caja llena de preseas
que parecen definirnos,
los enojos por delante
las bendiciones que no aparecen,
parecemos verlas sólo en los demás
la llamamos suerte,
sin descubrir
que sólo son reflejos
de tus propios deseos
que habitan en las mismas
alas que te elevan.
Si tan sólo pudiéramos
dejar la carga
a la que nos aferramos
pensando que es nuestra vida,
que nos define,
podríamos sentir el consuelo
que nos brindan el par de alas
que nos acompañan.
Entonces podrías descubrir
que la vida no es un caja que se carga,
es un tapete que se desdobla
en todo momento
permitiendo que todo suceda.
Te darías cuenta que habitas
en el patio de posibilidades,
en el jardín de lo eterno
y sucede todo aquí
en este momento.
Daniela Flores
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