Hay días que se viven en silencio,
sin palabras.
Si el tac tac de mi corazón
no fuera ya salvaje
podrían parecer secos
y sin esperanza,
pero este tambor que bombea vida
a aprendido a reconocer
los tiempos de la marea.
Aún adentrada en el bosque
escucho las olas del mar lejanas,
has dejado en la orilla las palabras
que los adentros del mar
me han enviado
para que las vuelva a hilar
sin urgencia sin prisas,
con la cadencia que las caracteriza.
Mis ojos descansan,
se entregan a la obscuridad
entretejida por las hojas
que celosamente han dejado
pasar algunos rayos de luz.
Sí, mar regresaré a ti
a recolectar las palabras que me haz dejado,
una vez que la entrega esté completa,
una vez que necesite de nuevo la luz.
Daniela Flores
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