Algunas veces amamos como el otro necesita,
empieza como una cortesía
a manera de introducción,
como una bienvenida.
Como la arena que recibe
a la tortuga recién nacida.
Entonces uno por el cansancio,
por el día a día,
por la vida misma que no deja de ser
empieza a amar como uno ama,
un lenguaje desconocido para el otro
acostumbrado a nuestros malabares.
Es ahí, donde el otro se siente engañado,
burlado algunas veces poco amado,
la desilusión toma su lugar,
comienza a sentir que se le ha dejado de amar.
Si tan siquiera pudiéramos comunicarnos,
decirnos que siempre nos hemos amado,
al principio como el otro necesitaba,
después como sabíamos.
Tal vez ese sería el suero
para curar nuestras heridas.
Así como el mar
que recibe a la joven tortuga,
serán extraños en los primeros encuentros,
después se volverán uno.
Tal vez lograríamos
aprender nuevos te quieros,
conforme a la vida que cambia.
Al final sólo queda el amor
sin importar las previas cortesías
la desilusión al descubrirlas.
La madurez de nuestro amor
está tocando la puerta.
La abrimos juntos amor mío,
¿nos convertimos en mar?
Daniela Flores