Corrías y corrías tras la vida,

nada era suficiente.

De viernes en viernes.

Rápido, de prisa, para llevar.

Vivías en automático,

para llegar,

para ganar,

para seguir,

para no sentir.

Hoy la vida te ha puesto un alto,

un freno de mano que no haz planeado.

Te tiras frustrado,

después de tanto andar.

Entonces notas lo agotado que estás,

el cansancio se ha acumulado,

debajo de tus ojos,

en las comisuras de tus labios.

¿Será por eso que te cuesta reír?

¡Que enojado estás!,

¿No sabe, la vida, que tienes un plan?

¿Lugares a los que llegar?

¿Que esto es ‘importante’?

La vida lo sabe, le importa.

Por eso te ha parado,

para que disfrutes al llegar,

para que no pases de lado,

para que no confundas tu felicidad

con otro lugar a donde llegar,

con una parada más.

Te ha parado por que eres importante,

requiere tu presencia,

te tiene preparado los mejores asientos.

El fruto de tu esfuerzo

es tuyo y de nadie más.

Ella no lo va a olvidar.

Si te ha parado es porque

ya no hay ahí más que sacar.

Cuando la vida te pare

quédate quieto,

deja que pase.

Un gran cambio se avecina,

y tu y yo estamos en primera fila.

Éste lugar que buscabas sin realmente llegar,

está más cerca,

sin tan solo pudieras parar.

La frustración, el cansancio,

la rebeldía, pasarán.

Deja que se lleve lo que ya no necesitas.

Y cuando dejes de lugar, te darás cuenta que ya habías llegado.

Voltearás y encontrarás tu riqueza,

la que siempre estuvo,

la que siempre está,

la que no se va,

con un simple huracán.

En los ojos brillantes que te acompañan,

en la risa mañaneras

que no tenías tiempo para vivir.

En esas manos que te acariciaban,

buscando unos minutos de tu atención.

Te hincarás, colmado de dicha.

Y agradecerás que la vida te haya parado,

justo ahí, justo así, justo ahora.

La vida es sabia, con infinidad de oportunidades.

Cada una distinta, con diferentes matices y propósitos.

¡Bendiciones!

Daniela Flores