Que delicia
el pulso acelerado
al que eres invitado
Un simple observador
de eso que no quieres
ni puedes controlar
De las risas
que roban el aliento
de pupilas dilatas
de mejillas sonrojadas
De los ojos cristalinos
del grito de dolor
que quiebra el alma
o que invita una a nacer
Que bonita es la vida
escondida en lo cotidiano
en un pestañeo que te regala un arcoíris
que al segundo siguiente ya no está
En un suspiro del que te toca ser testigo
en una sonrisa de alguien que duerme
en un te amo que se escapa sin ser planeado
Que bonita es la vida
escondida en lo que parece cotidiano
con sus brillos bordados a discreción
en su propio latido
En el continuo encuentro
de lo que antes nos era extraño
Daniela Flores
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