Contradicción

Escribir requiere aparecerte, sentarte ante la hoja en blanco. Escribir aún cuando sea sin sentido. Estos son los momento secos, no son divertidos pero afortunadamente tengo la pintura esa nunca me falla.

Mi trabajo, mi cerebro administrativo, matemático y lógico, ese que me da tregua a la guerra de mi sentires. Lo había dado por sentado, como hace uno con eso de lo que siempre tiene. 

Esta ahí, aprender rápido, deduce, soluciona, comprende, llena formatos, ama el excel y que le cuadren los números. 

Y sí todas ellas soy yo, la desorganizada, pero necesita estructura. La soñadora que confía en los números. La liberal que requiere compromiso. La que intensa que necesita sus espacios.

Entiendo eso de dar por sentado, pasa, así como el miércoles y ya estás en viernes. Sin intención de ignorarlo, solo que siempre está ahí. Sin plan, sin gran cosa sólo un día de paso entre lunes a viernes.

Por otro lado ser dado por sentado duele. Duele hacérselo a uno mismo y que te lo hagan. Pienso ¿hay forma de evitarlo?, al final es una consecuencia de la vida que tenemos. El resultado de miles de expectativas, actividades, compromisos que te ocupan la vida. Es hasta que hace falta, hasta que aparece el bendito contraste que notamos la gran presencia, la importancia de eso que ahora no tenemos.

Aún cuando reconozco que sucede en mi, que inclusive lo hago en mi; cuando viene de un tercero, duele. 

Entonces pasa lo inevitable te alejas, pues a uno le gusta estar donde te toman en cuenta, donde no hay espacio para ti.  

Y no logro dejar de notar la incongruencia entre mi sentir y actuar, la dualidad que me acompaña en todos lados. Supongo que reconocerlo en mi me hace recordar que el acto no es hacia mi es la persona y su vida. 

Yo soy solo un aspecto al que le sucede; mi valor, importancia, mi individualidad ni siquiera entran en juego.

Simplemente elegimos a que le dedicamos nuestra atención y a que no, aquello que hacemos crece. Sin importar si es un aspecto positivo o negativo, simplemente crece.

Tal vez, es simplemente crecer y comprender que el ser un ser humano nunca es perfecto, recto y aún así tiene sus partes bellas.

Daniela Flores

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