Pequeñas terapias de besos
depositadas en mi espalda
a nivel del mar.
Abrieron la jaula
que mi corazón habitaba,
una que se negaba a abandonar.
Protegido y a salvo
sin necesidad de desbocarse,
se mantuvo dentro de las rejas
llenas de seguridad.
Al final,
¿quién quiere un corazón
cansado de galopar
con tan solo
media vida detrás?
Fue tu infalible
terapia de besos
frente al mar;
íntimos compañeros
de las olas que vienen y van.
Faltos de prisa,
sin arrebato,
sin ansiedad.
Abrieron el cerrojo de la jaula
que me había negado a abandonar.
Mi corazón inexperto y sin galopar,
salió precavido,
reconoció la libertad
y nunca miró hacia atrás.
Daniela Flores
👏👏
Me gustaMe gusta
Muchas gracias, significa mucho sus aplausos.
Me gustaLe gusta a 1 persona