He escuchado esta frase: “el amor en el cerebro”, la canción de Rihanna muchas veces en los últimos días.
Y reflexionando mientras me hacía un té, es que es verdad. El amor en el cerebro está lleno de miedos, apegos y reglas. Mi amor en el cerebro tiene un miedo constante a la perdida, requiere confirmaciones constantes y es celoso. Mi Ego, no es malo pero no se le pude dar el volante de la vida; demasiado potencia para algo que no está conectado a la fuerza de vida.
Me he encontrado que mi corazón es bastante liberal, podría decir hasta hippie. No se apega, comprende los tiempos y no necesita de etiquetas, perdona rápido y busca siempre la expansión. Es un guerrero con corona de flores, puede ser serio y fuerte y risueño todo a la misma vez. Conoce la voz de mi alma, reconoce el plan mayor y tiene una paciencia que mi razón y mi ego, no entienden. Es bastante buena onda, tanto que algunas veces me saca de onda.
Es complicado, escuchar la voz de tu corazón en un mundo donde existen tantas reglas, etiquetas, juicios y memes que nos dicen que es y que no es amor.
Y es que el amor realmente es libre, no sólo de etiquetas, también de tiempos, de lugares, de lo que debería; es como si dijera: “lo veo, no importa porque no haz visto el plan exacto y no es como crees que es; deja de hacer berrinche y enfócate en la bandeja hermosa de cosas que te puse enfrente.”
Tal vez, ese es el miedo. Que el amor te hace romper el mundo que creías en pedazos, te hace romper lo que tu creías que eras en pedazos y te permite crecer y dejar crecer; eso significa los momentos de florecimiento, renacer, muerte y negación. Todo, porque eso es crecer.
Es otra cosa linda del amor, que te permite aceptar que las personas que amas cambian y tu también.
Te hace reconocer que es el mismo amor el que te modifica y modifica al otro, y es por eso que tal vez da tanto miedo. Porque no hay contrato, que lo limite, no hay tiempo que lo desvanezca, no hay muerte que lo mate.
Mientas no hagas tuyo a tu corazón, el amor seguirá siendo una fuerza extraña que parece dominarte y por lo tanto seguirás a la defensiva antes las personas que amas; o bien te seguirás negando a amar para evitar perder el control.
Sólo, es importante notar que no son las personas quienes se adueñan de ti por amarlas, eres tú el que deposita todo eso en ellas por miedo a vivirlo y las haces responsables de que ellas te den lo que tu te niegas. Lo recibes, pero a un 20%, 30% nunca será igual al de la fuente.
“Eso” que ni siquiera sabes que es porque te aterra sentirlo, quieres pensarlo, razonarlo, controlarlo; pero es como querer meter un CD en un USB para que lo lea. No lo vas a poder comprender desde tu mente.
La única forma de “leer” el amor, es desde tu corazón, desde ti. No hay de otra, no puedes razonarlo, leerlo en un libro, no puedes entregarlo y ya. Tienes que pasarlo a través de ti . Créeme eso da miedo, lo sé; también sé que te hace libre cuando te das chance de hacerlo.
Es como si llegara un paquete a tu casa y no lo desenvuelves solo lo pasas, en algún punto te vuelves un extraño del propio amor que estás dando. Ahora, imagina, que si abres el paquete (amor propio), luego lo acomodas (integras) y entonces de ahí lo compartes.
Dejas de ser un extraño, del amor que sientes. Porque ha pasado por tu experiencia, entonces tu mente, tu cuerpo, tu alma (ser) lo conoce, no hay parte tuya extraña al amor. Desde aquí puedes darlo.
Sigue a tu corazón, no es menso, ni ciego, ni debilitante como nos lo han vendido; es independiente de la ilusión, por eso es un peligro. Es fuerte, es sabio, es paciente y créeme que te alimenta a ti tanto como al ser que amas.
Amor en el cerebro, es tan Pre-Covid19 es hora de amar desde el corazón y perderle miedo al berrinche de la razón.
Como canta Luismi, “amarte es un placer.”
Amar es un placer, es un regalo y una oportunidad de crecer. Sí te duele, ve a que te apegas.
Daniela Flores