El amor tiene sus propios tiempos, teje sus encuentros más allá de los límites que experimenta el cuerpo. El cuerpo quiere correr al encuentro, saciar la necesidad que las exigencias del cuerpo y la mente le demandan. Le susurran al oído: “apresúrate el tiempo se acaba.”
Mientras el amor, tan universal, tan sin límites, tan sin tiempo, tan sin etiquetas sociales, tan sin historia, teje a través de las distancias, de los obstáculos, nos da alas y nos enseña como usarlas a través de acantilados de encuentros para así disipar las hojas amarillas que cargan nuestros cuerpos.
Es que el amor, sabio como es teje los encuentros inclusive antes de que los cuerpos, las ideas o las leyes estén listos para el encuentro. Se queda ahí en medio de asuntos políticos, raciales, de corazones rotos o de relaciones con zapatos grandes que con el tiempo se llenan de piedras que pesan, volviendose imposibles de usar o tan apretados que lastiman.
Se queda ahí viendo como nos destrozamos queriendo editar los tiempos, nuestros pensamientos, nos ve correr del amor por miedo a aceptar que nos equivocamos. Mientras se queda ahí con la bandeja de perdón ante nuestros actos pasados, de los que nos dañaron o los de la historia que todos cargamos. Se queda ahí con la rectificación del tiempo en sus manos.
Es en esta paciencia y constancia, que nos hace sentir que la presión en el pecho.
Cuando nuestros pensares van en contra de lo que el amor ha tejido en la flor de nuestra vida. Es tan dulce, paciente y constante; que cuando el cuerpo no está listo se siente morir. Como una ducha caliente, cuando el cuerpo está frío, sientes que te hiere como mil agujas que se te clavan, entonces uno corre, corre lejos del amor. En lugar de parar, alinear el cuerpo, dejar la historia que te haz contado desde niño, la escena que te dijo que no eras digno de ser amado se diluya en el calor del amor. Y es que duele, ese momento duele, pero también pasa y dejas de correr; aprendes a diluirte en el amor.
El amor no dejará de insistir, lo hará para que recuerdes que eres digno de ser amado. Hoy, ayer y siempre. Te tropezarás, te vas a herir por que estás caminando en contra de lo que tu alma tejió para ti. No tiene prisas, es universal, usará las vidas que necesites para verlo.
Nos seguiremos hiriendo, lastimando, segregando, odiando, etiquetando mientras sigamos caminando en contra del amor. Porque es través del amor que nos unificamos y es ahí donde se despliegan las virtudes que hemos olvidado.
Todos hemos corrido del amor, esa sensación de desaparecer que se siente cuando el amor se presenta, ese sensación de correr o diluirte, está ahí.
Uno huye porque sientes que te diluyes en el otro, más no es así. Nos diluimos en el amor, a través del otro. Siempre será a través del otro, porque tu prójimos es el camino.
Es el verdadero servicio que nos hacemos unos a otros.
Daniela Flores