En la franja naranja
al final del mundo
viven los amantes
sin tiempo.
Son ellos
los que en un abrazo
han formado el infinito.
Viven en la franja naranja
al final del mundo,
entre lo posible y lo imposible,
entre sol y luna,
ahí donde lo etéreo
hace alquimia con la materia.
Se entretienen
creando encuentros
donde antes sólo había
un puñado de anhelos
y distancias disparejas.
Daniela Flores