Escribir aligera el alma,
crea puentes que recorren kilómetros
sin un gramo de cemento.
Algunas veces creo que tras mis palabras
van primero mis sentires.
¡Sí!
Mis palabras son la voz de mi ser,
de lo intangible.
Escribir se vuelve un proceso místico.
Es la vibración
que viaja a través de mi ser la que da forma
y descubre lo que una vez parecía en blanco,
cincel que libera lo que necesita ser compartido.
Es la misma vibración
que me lleva al encuentro
con las nubes grises
de esta mañana nublada,
que me dice “siente la delicia de la niebla,
el frío que te recorre el cuerpo,
¡siente!”
Y yo siento.
Daniela Flores