Hoy me fui a limpiar los oídos, que experiencia tan extraña. Usan un tubito, lo prenden y sale todo lo que tenga que salir. En mi caso aire, y después la suciedad.
Mientras estaba ahí, vi algo que se me ha venido mostrando. Hace una semanas comencé a ver fuego.
Primero me asusté. La idea del infierno, de lo maligno, de lo malo del fuego fue lo primero que llegó; respiré, vi mi creencia, mi juicio, mi creencia aprendida al fuego. Luego pude sostener la imagen.
Después pasó los días, empecé a sentir ardor en mi estómago, acidez. Entonces supe que era el fuego, conecté con la energía y lo sentí en mi vientre, el fuego de la creación, de lo nuevo, la pasión, de la renovación.
Uno debe ser respetuoso con el fuego, demasiado fuego interno te quema, si te quedas sin él no hay creación, no hay pasión. Así que de nada servía temerle, es mejor respetarlo.
Fuerte, ¿no?. Para que exista la transformación, tiene que haber un fuego que transforme, una chispa.
No había sido tan consciente de esto como en ésta etapa de mi vida, tampoco lo había deseado tanto. Mucho menos pensé que me sentiría tan cómoda, protegida, abrazada en éste fuego de mi vida.
Regresando a lo de los oídos, hoy mientras me limpiaban los oídos; vi lo obsoleto subiendo por el espiral, pasando por el fuego transformador y convirtiéndose en humo blanco que se eleva al todo.
Creo que así es un poco, pasamos de lo denso de la materia a través del fuego transformador al humo blanco del todo.
Cada que haya fuego en tu vida, algo se transforma.
El fuego, es tu pasión, es tu entrega, es tu valentía, es tu lealtad, es la fuerza escondida en la bondad, es tu creatividad, es el respeto, es ver al otro, es el coraje para ser fiel, es subirle el volumen a tu instinto, es la conexión continua del universo; es la fuerza que une almas.
Deseo que permitas que el fuego purifique aquello que está listo para ser transformado.
Porque la vida, es transformación continua; permítete ser guiado.
Daniela Flores