El Banquete

Usa tu imaginación… te vas a divertir.

Decidiste hacer una súper fiesta, usaste un lugar donde aprovechaste la belleza natural, lo iluminaste de una manera que es mágico escuchaste decir. Pusiste espectáculos, artistas virtuosos tocando melodías únicas, haciendo obras de arte personalizadas para cada uno de los invitados. Diste aperitivos, drinks, helados, pencillos para que no pasaran ninguna molestia, en lo que disfrutaban del entretenimiento.

Llega la hora de pasar al banquete donde cada invitado tiene su chef personal que puede hacer lo que desee, el plato de la infancia o varios, tienen toda la noche para poder probarlos todos. Derrepente desde tu balcón de anfitrión, donde puedes ver como la pasa cada uno de tus invitados, ves como se paran a la mesita de dulces.

Primero es uno que se atreve a ir por unos bomboncitos que creen que irán fabuloso con su plato. Luego lo siguen los demás y al final gran parte de la fiesta está ahí. Han preferido lo ya empacado y listo, no están dispuestos a esperar por las creaciones que sus chefs profesionales están creando para ellos, hay poco y los ves luchando por obtener algo, entonces mandas a poner más, eres un excelente anfitrión.

Sólo por que no escucharon las instrucciones, por que siguieron al de los bomboncitos, por que no tuvieron paciencia.

Luego ves a otros sentados pasándosela de lo lindo, comiendo, disfrutando de la banda. Todos comienzan a pensar que es sólo para algunos, cuando en realdiad hay un lugar, chef y alimento para cada uno de ellos; si tan sólo hubieran tenido paciencia verían que sus creaciones ya se estaban creando, te aseguraste que no llegaran hambrientos para que pudieran esperar a su plato personalizado.

En esta situación:

Como anfitrión, desde la visión privilegiada que te da el balcón, es súper doloroso ver eso, tanto que preparaste para que no lo usaran, sí tan sólo confiarán y tuvieran paciencia. Entonces haces lo que mejor puedes para que se vayan a sentar, quitas los dulces, cierras las mesas, todo para obligarlos a irse a sentar.

Como invitado que no confió, que no tuvo paciencia, pondrás resistencia tienes hambre por que no te dejan comer de lo único qué hay. ¡Que no sabe la señorita que tu anfitrión hizo todo esto para ti! Estás tan molesto que no escuchas que te dicen que te dirijas a tu mesa para que se te sirva el plato principal; lo único que quieres es tener más dulces; más ahora que te han dicho que no se puede.

Como invitado que sí confió, que espero, que resistió la tentación de ir corriendo a los dulces, quisieras hacerlos entender. Tal vez te pares de la mesa a decirles miren, tal vez te escuchen, tal vez no, tal vez decidas sentarte en la mesa y comer para que vieran los beneficios de sentarse. Tal vez harías una lista de los lugares y los llevarías ahí a que se sentaran. Sea lo que hagas son ellos los que decidirán hacer ya sentados en la mesa, quedarse sentados, pedir lo qeu se les antoje, pedir una copia de los dulces o disfrutar del banquete.

Y así es como vivimos, sabes siempre podemos regresar a la mesa. El chef sigue ahí, la comida también y tu lugar lleva tu nombre, nadie más lo puede ocupar.

En mi opinión, entre más personas regresemos amorosamente, con apreciación y tranquilamente a nuestro lugar, el que nos pertenece por derecho de nacimiento. Es sólo que uno llega y quiere gritarle al amigo, al familiar a la gente que amas ¡Vente, acá te sirven lo que quieras! Y el otro en lo lejos te dice ¿qué?, entonces como lo amas mucho pues gritas más fuerte, te paras en la mesa, no te importa la tranquilidad de los demás que te rodean y entonces ese lugar de paz deja de ser bello.

La verdad es que si veo lío en las mesas de comensales, en la mesa de dulces, en todos lados ¿para que me muevo?. Mejor me quedo donde ya conozco.

Así que sentémonos, hagamos silencio para escuchar las melodía, disfrutar de lo que se nos sirve, emanar la riqueza de los platos que se nos sirven, que halla tranquilidad para el sabor de los platos hable más que las instrucciones, los gritos y que el hambre. Confiados qué hay un plato para todos, que al aceptarlo nosotros es otra forma de traer paz, de hablar y de levantar una voz que no se escucha pero se siente.

Y el camino es el amor.

Daniela Flores

¡Bendiciones!

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