La vorágine de la urgencia
se alimenta de tus segundos,
los de las gotas de la regadera
por la mañana,
la sensación de las sábanas
suaves por la noche,
el dolor en el pecho que no atendiste,
los brazos que no extendiste,
el beso que olvidaste
o el perdón que no rendiste.
Les resta importancia,
es hora de atender lo urgente,
aunque nunca llegues a saber
lo que realmente es.
viene acompañada de
algo que te hace sentir bien,
en pequeñas dosis
que cada vez duran menos
y te deja pidiendo más.
De ahí que no hay tiempo para apreciar
las pequeñas cosas al despertar,
ya lo tendrás cuando puedas descansar.
Olvidas que en ti sucede
más que la lista de pendientes,
los mails por mandar
o la sonrisa que sostener.
Tú eres
la sutil intersección
entre lo divino y lo material,
el ser.
-Daniela Flores
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