Para amar

Hace unos años se me regaló el amor verdadero. Vaya experiencia, no era nada de lo que yo creía debía ser. Se quedó atrapado entre mi expectativa y lo que se me mostró que era.

Este Post es para todos aquellos que luchan entre el amor y la expectativa, déjenme decirles que somos compañeros. Despertar del sueño de la expectativa, es como estar atrapada en un gel que te envuelve, poco a poco encuentras el coraje, la consciencia y la presencia para irte despegando. Tente paciencia.

“Confía en el amor, te mostrará el camino”

Da un miedo terrible cuando el amor te empieza a romper tus partes rígidas y te pide más de lo que puedes dar.

En mi caso, el amor me rompió. Podría decir que el corazón, pero no fue así. Rompió todas aquellas paredes que había construido al rededor de sentir. Algo pasó en mi vida y me obligué a dejar de sentir. “Te congelaste” escucho decir a mi doctora. No fue nada traumático, tal vez muchas cosas pequeñas. Lo que pasó es que me encerré, fue solo el amor el que me pudo despertar, la persona exacta en el momento exacto.

Creo firmemente que estos dobleces de la vida son hermosos, estás ahí con tu herida y llega alguien que te permite verla y al mismo tiempo hacemos lo mismo con el otro. Sorprendente, ¿verdad?.

Así es, llegará por que es justo lo que necesitas. En una meditación, me vi siendo rescatada por un águila que me sacaba de un fondo frío y obscuro; después me colocó en el sol y en cuanto pude moverme volé. Mientras volaba mis ojos se llenaban de lágrimas por la dicha de volver a volar, de dejar al águila ahí en la sombra fría. Así me sentía en mi vida, tenía días, momentos o meses buenos, con risas pero la obscuridad y el frío me acompañaban enmascarados de melancolía, de necesidad de huir a un libro, a una película, al sarcasmo, a la comida.

Hoy puedo darme cuenta por que ya no necesito huir, estar sola es suficiente, puedo sentir dicha sin hacer nada y también me siento más cómoda sintiendo tristeza e inclusive soledad. Ya no quiero huir, amo volar con el sol cálido como testigo.

Es el regalo que me dio el amor. Me liberó del frío, yo acepté el regalo y he continuado con el regalo que se me dio. En algunas de mis ideas antiguas sobre el amor, esa persona tenía que estar siempre dándomelo para que fuera real, no es así. El regalo fue amarme, llevarme al sol y permitirme volar.

Con esta nueva libertad también descubro mi capacidad de irme quitando la capa pegajosa, la necesidad de fortalecer nuevamente mis músculos desde una consciencia nuevamente conocida para mi.

Este mes ha sido, un cierre de año duro y muy enriquecedor, han pasado muchas cosas más llega a mi nuevamente un aprendizaje. Ya sabes estar sola, lo disfrutas ahora es tiempo de compartir tu vida, me emociona y también me exige salir de mi área de confort, lo cual no es cómodo.

Y claro, que es algo que he deseado, más no me sentía lista. Había tanto que sanar de mi idea del amor, de mi idea de una pareja, lo he hecho y ahora la lección toca a la puerta, “estás lista” dice, más debo confesar que en mi hay temor a lo desconocido.

Temor de probar de nuevo mis alas, al viento, al sol, a la lluvia. ¿Seré capaz de compartirme? He pasado tanto tiempo sola, lo más fácil es seguir así, pues la verdad es riquísimo conocerte, dejar de correr a la siguiente cosa que te haga valeroso para el otro, estar en ti. Y es justo éste amor qué hay en mi que me permite desear el amor de una pareja, aparte de ser divertido, la calidez de ser con alguien es un regalo que podemos experimentar aquí en la tierra.

Confía en ese llamado, no te conformes ni someta al otro a vivir un amor a medias. Todos merecemos un amor pleno, profundo, que nos permita ser la mejor versión de otros mismos, experimentar el amor libre.

Deja ir tus ideas, expectativas, condicionamientos sociales, familiares, tus orgullos y elige el amor. Créeme, me lo digo a mi misma constantemente, quisiera decir que mi trabajo personal me ha llevado a una zona de vida donde tengo todas las respuestas, no ha sido así y ya dejé de buscarlo.

Que el amor sea el faro que ilumine tu camino.

¡Bendiciones!

Daniela Flores

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