Pensar en regresar a ti, hoy, siempre, se siente como tomar una valija al pasado, acoplarme a la ropa de una vida que ya no es mía, meterme a una casa que antes parecía enorme y ahora me pregunto si cabrán todas mis letras.
Sería fingir que no aprendí a vivir sin ti, fingir que te necesito cuando nunca fue así, es tragarme la ausencia que me obligo a seguir, a ser feliz sin ti. A amar así.
Nunca lo desee, eso de regresar a ti, poco anhelo regresar a un camino ya andado. ¿Dónde guardaría las piedras que agujeraron mis zapatos, el ardor en mis ojos, los ríos de agua salada donde luna dibujaba promesas? ¿Dónde guardaría los zapatos nuevos, las piedras que hoy adornan mi casa y esos ríos que de noche me calman?
Y es que, para regresar, tendría que cargar con lo ya vivido, borrar sus huellas, fingir, de nuevo fingir, que no ha existido, abandonar mis letras, desaprender lo que he conocido.
Limpiar la casa que habíamos construido y adecuarnos a vivir de los recuerdos que se quedaron congelados. Fingir, editar, curar, todo lo qué pasó en el medio. Recordarnos no hablar de eso, aprender a ver la tele haciendo como si el elefante blanco no hablará.
Yo no puedo fingir, me he convencido de decir adiós, es lo mejor, tú seguirás en tus pasos yo en los míos. Dueños de nuestras elecciones y acreedores de sus consecuencias. Esas que no dejan de nacer una vez que uno elige o se queda pasivo ante la elección de los demás.
Y si sucede que los caminos se vuelven a topar, será por que lo que hemos construido, nos llevaba a un destino inevitable, uno del que huimos solo para encontrarnos luego diferentes, completos, más sabios, rotos y sanados. Nos encontraremos diferentes, nunca los mismos, esa fue la consecuencia de lo que elegimos.
Pero no, mi intención nunca fue regresar, solo quería sanar, quemar los finales sueltos, hacerles un nudo de agradecimiento, caminar sanos y descargados de dudas. Quería darnos la opción de madurar, filtrar lo ya vivido, ver si encontraba a mi amigo, supongo que tampoco quedó nada de eso.
Solo quería honrar el amor, este que late aquí en mi pecho, este que no se acaba pero no quiere regresar, no te confundas, nunca fue sobre regresar solo era sobre amar por encima de lo convencional.
Nunca fue regresar, ni ocupar un lugar al que no pertenezco, créeme que sé lo que merezco y siempre fue más que eso.
Daniela Flores