Sanar

Es más fácil dar por terminado algo que sanarlo, es más fácil matar que sanar, es más fácil negar algo que sanarlo, es más fácil aguantarse que sanarlo, es más fácil esconder que sanar. 



Una vez, me corté la punta del dedo... en cuanto pasó quise poder hacer deshacer pero la vida no tiene esa opción. Las cosas pasan y no hay forma de hacer como que no pasó, pasan y cambian rumbos, uno crece y lo entiende. 

Entiendes que tus actos o falta de ellos genera consecuencias; tal vez es lo más fuerte de ser adulto. Darnos cuenta que nuestros actos generan consecuencias y cambian vidas, principalmente las nuestras. 

Volviendo a mi dedo, mi reacción inicial fue desear que no pasara. Más la experiencia fue una lección, lo sé. Porque algo me hizo voltear a verlo, se veía el tejido, no había forma de hacer que no había pasado, un curita no iba a ser suficiente y me hice consciente que tenía que actuar de otra forma se podría poner feo, no sé perder mucha sangre, desmayarme, entrar en pánico y de todas maneras me iba a despertar y tendría que atender el dedo roto. 

Y creo que así es la vida, tenemos que aprender a aceptar nuestras acciones y las consecuencias; así como también enmendarlas y amarlas así. 

Como el arte japonés de ponerle oro a lo que se rompió, es aceptar que lo que era uno ahora está en pedazos. No hay forma de armar un rompecabezas sin ver las piezas como parte de un todo sí y aceptando que son piezas, es amar el oro que las une, es amar/agradecer lo que hizo que se rompiera pues eso te permitió generar algo nuevo y amar la pieza así enmendada. 

Y eso se hace tomando las partes, pegándolas y cuidando que la herida no se infecte, aceptando el dolor de la sanación, maravillándote de como crece y sana, aún cuando te duele. Porque lo vivo siempre sana, pero sanar es un proceso incómodo, y nuestra generación quiere placer aún cuando viva en frustración constante. Es un costo super alto que solo cuando maduras comprendes que es innecesario. 

No dejes que sigan pasando los días, no dejes que pase tu vida sin sanar aquello que amas; generalmente en la adultez uno ya le echo algo de lodo, ya lo desportilló o hasta lo encerró en el sótano con mucho cemento y candados. 

Pero lo rico de ser adulto, es que ya no tienes que llenarle el ojo a nadie, que tu puedes parar y sanar. 

Bueno a lo que voy es que los demás podrán estar super complacidos contigo, con lo que haces... pero si tu no eres feliz eventualmente vas a acabar teniendo un episodio donde grites que no estás bien, ya sea salud, un ataque de pánico, vas sabotear algo... así que para y sana. 

Ser adulto, es saber parar y reconocer lo que es importante. Sí, la validación ya queda en tu lado de la cancha y ahí es donde comienza el arte japonés de pegarte, de reconocerte, de perdonarte, de renunciar a la vergüenza, de valer por ti sin títulos, dinero o un círculo de amistades, seguidores, etc. que te validen.

Y para mi este ha sido mi gran logro, encontrarme y haber tenido el coraje de verme rota, llena de etiquetas, de haber ido a recoger mi valor a donde lo había dejado, a dejar de invertir donde no es recíproco. Ahora para todo eso tuve que aceptar que estaba rota por haberme metido a fuerza donde no estaba, que había pegado mil etiquetas, que había entregado mi valor como mujer, que seguía llamando y hacía como que sí me contestaban... sí, tuve que ver todo eso y no fue bonito, me sentí avergonzada, culpable, adolorida... y fue fuerte que yo me había puesto ahí. 

Eso es lo difícil de sanar, aceptar que tu te pusiste ahí. 

Y lo más satisfactorio: que tu te podes sacar de ahí. 

Esto ultimo te da una fuerza, no de aguantar mucho, es más bien unas fuerza de co-crear.

Algo pasa en ti que no vuelves a ser la misma, te vuelves fuerte como la carta del Tarot, es una fuerza de león con un cordero. Eres amorosa y fuerte, eres comprensiva y con límites, respetas y ese es tu mínimo. No temes hablar con tu verdad y aceptas la del otro. 

Y todo pasó para darme cuenta quién era yo, amarme, validarme, valorarme. Esto es una delicia, nadie te lo puede dar por mucho que te ame; más creo que si se puede crecer en pareja, entre iguales para crecer en este camino de vida. 

Daniela Flores 
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