Ni modo nos toco ser la generación que se dió cuenta que cumplir un rol no equivale a la felicidad.
Nos tocó aceptarlo, no es como lo compramos, hay más profundidad y nadie nos habló sobre ello... me inscribí en esto y es más complejo de lo que creí.
No observé antes de inscribirme, me inscribí y dije a ver como sale, total si todos lo hacen yo también.
Pero ya somos grandes. ¿A dónde te vas a ir a quejar? Con tus abuelos, tus padres, tus maestros, tus amigos, con la novela, con Disney (esto es de las cosas más absurdas que he escuchado).
Con ¿quién? y que esperas recibir un te arreglo la vida, una disculpa o en el mejor de los casos: un te libero... ok, eso es sanación y es buenísimo, deli, amoroso... y aún así te toca acomodarlo en tu librero, si no hiciste espacio no tendrá valor...
Nos toca tomar responsabilidad, asumir los roles que ya aceptamos, la consecuencia de los mismos y modificarlos; para no seguir aceptando más roles que nos sigan comprimiendo la vida.
Darnos chance de darle nuestra propia interpretación a nuestros roles, darles nuestra pintura, nuestro color, tomar aquellos aspectos que nos suman y quitar los que nos restan...
Y hay que hacerlo por amor. No es porque nadie va a venir a hacerlo (que sí, nadie lo hará) o para enseñarles lo fregona que eres (porque quién te está viendo???) o porque eres una súper mujer (porque siempre lo has sido)... es porque es tu vida y si no lo haces no vas a vivir como anhelas hacerlo y porque para eso es la vida para crecer y cuando uno es adulto y ya no crece el cuerpo el crecimiento es desde dentro.
Y lo mejor, es para ti y si tienes hijos pues para ellos, y si tienes pareja ojalá que también lo haga porque si no es un estire y afloja, si tu pareja lo está haciendo pues dale... lo que trabajen ambos lo disfrutarán.
Daniela Flores
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