Mi musa antojadiza
quería palabras crujientes
las esparcí con un poco de aceite de oliva y sal
las tengo en el horno ahora
huelen tan bien como el verano
aquel del pequeño bistro
con la pasta rosada sabor a mar
Donde la luna fue testigo
de la batalla entre nuestros dedos
de esas donde el objetivo no es parar
Iniciamos, tu y yo, rendidos ante la delicia
de las inevitables miradas bobas
enredados en las sonrisas de hilos de algodón dulce
Las estrellas salieron a mirar
el espectáculo de la mesita cuadrada
donde dos extraños se comenzaban a enamorar
Los mosquitos
se atrevieron también
y trajeron su fiesta a nuestro mantel
Mi musa antojadiza
me llevó a un tour
a los viñedos de mis memorias
Daniela Flores
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