Han sentido el punto donde tu intuición te lleva al final del camino, ese que para tu razón parece un precipicio pero para una gran parte tuya se siente exacto, guiado, tuyo. Y no te queda más que dar el paso sin ver en donde vas a caer. Una parte tuya ya está ahí, sabe que vas a caer en un lugar seguro, que vas a estar bien.
Se siente a nacimiento, hay una molestia enorme de seguir en lo conocido, te queda pequeño, no sabes qué hay después pero esperas que sea mejor. Es un punto movido por el instinto, así como el del bebé que comienza a pujar, su momento a llegado y si no lo hace puede que deje de respirar.
El llamado a la aventura es grande, es fuerte. El deseo instintivo de explorar algo nuevo, el liberarte de lo que promete y volverlo realidad te asecha. De conquistar nuevos escenarios de vida.
Ese lugar es estresante y promete una liberación que no se ha vivido. Parece constantemente novedoso, único; pero si buscamos en nuestra historia personal es un punto constante.
Cuándo aprendimos a caminar al dar el primer paso ese deseo de independencia es el que nos hizo movernos, ir hacia adelante, avanzar.
Daniela Flores