A recorrido el mundo sediento 
 de aquello que no logra encontrar
 preso del recuerdo de sus labios
 ese oasis, donde probó la libertad
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 Libertad de ser el mismo, 
 de soltar los amarres 
 a las ideas erróneas de si mismo 
 que no le dejaban soñar
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 En este juego de claroscuros que es la vida 
 el viajero encontró libertad en tierra firme
 en el deseo de un hogar, 
 en un par de brazos
 que nunca imaginó podría  amar
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 Ella bebió de sus labios el gusto por viajar
 despertó ese par de alas 
 que se rehusaba a usar
 descubrió su deseo de conocer el mar 
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 En el oasis que sus brazos 
 le obligó a recordar
 el valor de ser ella, soñar, 
 de viajar sin miedo a no aterrizar

Daniela Flores