A medida que uno crece
las heridas dejan de pesar
se han convertido en enseñanza
la vergüenza se ha dejado de cargar.
La que inhibió a la adolescente
y le hacía correr de ella misma
de todo aquello que pudiera revelar sus heridas.
Con cada campanada
que marca el final de un ciclo
en esta existencia humana
que llamo mi vida.
Me vuelvo testigo
de la necesaria e inevitable inmadurez
en la que habitaban mis actos pasados.
Se prende la señal de precaución
la que quiere ahorrarse la vergüenza futura
de un pasado inmaduro
ella quiere ser madura toda la vida.
Lo que realmente quiere
es no volver a lidiar con la vergüenza
lo que realmente quiere es sentirse segura.
Solo quiero decirle
que la fresa que acaba de saborear
tampoco nació madura
el sabor que tanto le deleita
sólo se obtiene con el paso de la vida.
Daniela Flores
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