Comprendí que eres tu
quién debe surfear
las aguas de tu destino,
a mi me toca honrar tu camino.
Si me permites decirte
la vista es bella,
no me malinterpretes,
no es que disfrute
de tu infortunio;
es sólo que un hombre
que se creía cualquiera
ha despertado y está tomando
las riendas de su vida.
Aquí estamos tu y yo,
en puntos diferentes
y siempre de frente,
ante una playa
llena de posibilidades;
con un constante para siempre.
Tal vez,
sea nuestra costumbre
esa dejar todo a las estrellas,
de ser pasajeros de sus deseos;
pero ¿quiénes seríamos
si no lo fuéramos?
Un par de enamorados,
que se acostumbran a vivir
sin magia.
Si aceptáramos ser eso,
nos volveríamos polvo
como la arena del mar,
que hoy es complice
de nuestros deseos escondidos,
esos de los que nadie sabe,
de los que sólo tu y yo
somos testigos.
Daniela Flores