La jaula sin rejas de sabor amargo
que mi razón había construido
me quedaba pequeña,
me dejaba sin aire.
Ese punto donde la inteligencia
toca la puerta del ser,
puerto color esmeralda
que late al centro de mi pecho,
me sugería otros caminos,
“se flexible” me pidió.
Elige uno que te permita
ejercer tu libertad,
donde vivas rodeada
a la luz del amor.
¿A qué sabe la libertad?
Entonces la pude saborear,
sabe a piña besada por el sol.
El hartazgo se había ido
como una tarde llena de risas
generadas por bebidas mágicas,
esas que de momento son todo
pero se evaporan
como la espuma de las olas del mar.
El sabor a piña se quedó,
dejó su sabor por todo mi cuerpo,
mi piel canela ahora sabe a libertad.
La voz salvaje que se anidaba
en mi garganta
quería cantar acompañada
del ukulele blanco,
estaba esperando
la llegada del pájaro del alba,
para comenzar a tocar,
no pude esperar
fue a la luz de la luna rosada
que las palabras comenzaron a brotar,
sin poder esperar al alba
comencé a bailar,
sonidos de libertad,
al rededor de la hoguera
que crujía vida,
vive ya no hay nada
ni a nadie a quién esperar.
Vive ahora te digo,
el fuego nos indica
no hay nada que esperar.
Si algo te estorba
déjalo ahí en la hoguera,
verás como lo toma
y lo convierte en llamas violetas
que vuelan al infinito,
dejándote espacio
para saborear la libertad.
Daniela Flores
👏👏👏
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